Juan Pablo Duarte, un patriota poeta

Por Miguel Collado
Sabido es que el martes 26 de enero de 1813 ―en la calle Isabel La Católica No. 308 de la ciudad de de Santo Domingo, próximo a la Iglesia de Santa Bárbara, donde fue bautizado el 4 de febrero de 1813― nace Juan Pablo Duarte y Diez, el fundador de la nación dominicana, el forjador de nuestra nacionalidad, hijo del español Juan José Duarte Rodríguez y de la dominicana Manuela Diez Jiménez, oriunda de Santa Cruz de El Seibo. Aunque no fue propiamente un escritor de oficio, cabe repetir la retórica pregunta que en su antología “Del romancero dominicano” lanza al aire, como si fuera un reto, el historiador Emilio Rodríguez Demorizi: “De Duarte, Fundador de la República, se ha dicho siempre que no presumía de poeta. Sin embargo, ¿quién, en su tiempo, puso en sus escritos igual intensidad dramática, igual concentrada amargura en sus versos?”1
Y es que en Duarte no tan sólo había una sensibilidad social ―puesta de manifiesto en su acendrado amor hacia su patria―, sino también una fina sensibilidad artística: su poesía y su pasión por la música son evidencias inequívocas de ello, pues sabía ejecutar la guitarra, el piano y la flauta.
Era un hombre culto y con una clara conciencia del poder del arte como medio de lucha, como instrumento eficaz para crear conciencia social. De ahí la relevancia alcanzada por el teatro en las jornadas libertarias desarrolladas por la organización revolucionaria denominada Sociedad Patriótica La Trinitaria (1838), a la que la historia le ha reservado merecidos capítulos con letras de oro. También merece mención la Sociedad Dramática (1840), Teatro de los Trinitarios, en el que “Duarte actúa como apuntador”.2
En la citada obra del brillante compilador Rodríguez Demorizi ―bajo cuyas orientaciones nos iniciamos en la investigación histórica―, aparece un romance de la autoría del patricio en el que éste expresa su dolor por haber sido desterrado, en 1844, por disposición de Pedro Santana. Es importante consignar que el romance era una forma de expresión poética de carácter épico, que llega al continente americano con los conquistadores españoles en el siglo XVI. He aquí el romance escrito por Duarte:
Romance
“Era la noche sombría
y silenciosa y de calma;
era una noche de oprobio
para la gente de Ozama;
noche de mengua y quebranto
para la Patria adorada,
el recordarla tan solo
el corazón apesara.
Ocho los míseros eran
que mano aviesa lanzaba
en pos de sus compañeros,
hacia la extranjera playa.
Ellos que al nombre de Dios,
Patria y Libertad se alzaran;
ellos que al Pueblo le dieron
la Independencia anhelada,
lanzados fueron del suelo
por cuya dicha lucharan;
proscritos, sí, por traidores
los que de lealtad sobraban;
se les miró descender
a la ribera callada,
se les oyó despedirse
y de su voz apagada
yo recogí los acentos
que por el aire vagaban”.3
Por ese poema y otros de la misma naturaleza4, Duarte podría ser considerado uno de los pioneros de la llamada literatura de protesta en la historia de la literatura dominicana, teniendo como lejano antecedente al dramaturgo Cristóbal de Llerena con su célebre entremés contra la colonización española en la Isla en el siglo XVI, considerado “primer escritor disidente de La Española”5. Leamos otro, “La cartera del proscrito”, que es una pieza desgarrante, taladrante para cualquier exiliado, para cualquier expulsado de su tierra natal:
La cartera del proscrito
“Cuán triste, largo y cansado,
cuán angustioso camino,
señala el Ente divino
al infeliz desterrado.
Ir por el mundo perdido
a merecer su piedad,
en profunda oscuridad
el horizonte sumido.
Qué triste es verlo pasar
tan apacible y sereno,
y saber que allí en su seno
es la mansión del pesar.
El suelo dejar querido
de nuestra infancia testigo,
sin columbrar a un amigo
de quien decir me despido.
Pues cuando en la tempestad
se ve perder la esperanza,
estrellase en la mudanza
la nave de la amistad.
Y andar, andar errabundo,
sin encontrar del camino
el triste fin que el destino
le depare aquí en el mundo.
Y recordar y gemir
por no mirar a su lado,
algún objeto adorado
a quién ¿te acuerdas? decir.
Llegar a tierra extranjera
sin idea alguna ilusoria,
sin porvenir y sin gloria,
sin penares ni bandera”.
Juan Pablo Duarte era un artista de la palabra y sabía el valor y el poder contenidos en ella: “Hay palabras que por las ideas que revelan llaman nuestra atención y atraen nuestras simpatías hacia los seres que las pronuncian”, dijo en algún momento estelar de su vida. Falleció, en el destierro más atroz, en Caracas (Venezuela), el 15 de julio de 1876. Sus restos reposan en la Capilla del Altar de la Patria, en el Parque Independencia de la ciudad de Santo Domingo.
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- Emilio Rodríguez Demorizi. Del romancero dominicano. 2 ed. Barcelona, España: Gráficas M. Pareja, 1979. Pág. 67.
2. Jorge Tena Reyes, Comp. Duarte en la historiografía dominicana. Santo Domingo: Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos, 1976. Pág. 18.
3. Emilio Rodríguez Demorizi. Op. cit”: págs. 67-68.
4. Otros poemas escritos por Duarte son: “Súplica”, “Desconsuelo”, “Antífona” y “Tristeza de la noche”.
5. Ver: René C. Izquierdo. Cristóbal de Llerena: un dramaturgo disidente: La española, Siglo XVI. Internet:http://www.baquiana.com/Numero_XVII_XVIII/Ensayo_III.htm (27-01-12)