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El 29 de Marzo Reino Unido no se irá de la Unión Europea

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Julio Guzmán Acosta.
22 Marzo 2019.

Dada la crísis política que hoy vive Reino Unido, pase lo que pase, ya no habrá Brexit el próximo 29 de marzo. Ni duro ni blando, ni pactado ni a las bravas. Tras unas semanas frenéticas, intercambios de cartas y mensajes, de peticiones y consultas, la UE y Theresa May han cerrado este jueves en Bruselas una primera extensión, una fórmula compleja y condicionada que tiene sin embargo una consencuencia clara: como mínimo, Reino Unido seguirá en la UE hasta el 12 de abril. Y seguramente más.

El jueves en Bruselas, y en cierto modo por primera vez, el Brexit no fracturó a los 27. Se mantuvieron firmes con el Acuerdo de Salida, con la Declaración Política, con el ‘backstop’ de Irlanda del Norte, con la factura de salida y los derechos de los ciudadanos. No se partieron en los momentos más delicados, como diciembre de 2017 o noviembre de 2018, a pesar de Gibraltar o la pesca. Y, sin embargo, algo tan minúsculo en comparación como la fecha hipotética de una prórroga, la que pidió el miércoles Theresa May, creó durante unas horas facciones y enquistó la discusión en el Consejo Europeo.

La primer ministra de Reino Unido Theresa May

Tras casi nueve horas, con reservas y dudas, los líderes pactaron una solución. Reino Unido tiene dos opciones: si aprueba en los próximos días el Acuerdo de Salida recibirá una prórroga hasta el 22 de mayoSi lo rechaza,le darán una hasta el 12 de abril, y en esas dos semanas tendrá que tomar una durísima decisión: salir a las bravas ese día o pedir una segunda prórroga, mucho más larga, e ir a las urnas. No es un mecanismo perfecto, tiene muchos puntos flacos, pero los 27 quieran evitar en la medida de lo posible tener que volver la semana que viene. Por pereza, porque cada cita cuesta casi medio millón de euros y, sobre todo, porque no quieren tener que ser ellos, bajo una asfixiante presión, los que se la jueguen contrarreloj.

Los jefes de Estado y de Gobierno de la UE llegaron a Bruselas con una idea y una agenda bastante clara. Primero, aceptar la petición de ayuda de la primera ministra británica dando respaldo oficial a una serie de documentos secundarios, conocidos como el Acuerdo de Estrasburgo. Y segundo, condicionar el ‘sí’ a su solicitud de una prórroga para la negociación a que en los próximos siete días el Parlamento británico apruebe de una vez el Acuerdo de Salida, al que lleva resistiéndose desde finales del año pasado. La primera parte fue fácil. La segunda, en la teoría, también. Y sin embargo, a la hora de definir la fecha exacta de esa extensión, en la práctica, llegaron los problemas.

Theresa May pidió la prórroga hasta el 30 de junio. Los servicios jurídicos del Consejo Europeo creen que, legalmente, no hay problema y que mejor eso que el abismo. La Comisión Europea, en cambio, sostiene que algo así «conlleva riegos muy serios, políticos y legales, para la UE e importaría parte de la incertidumbre actual en Reino Unido a los 27». Y, dado que hay elecciones europeas entre el 23 y 26 de mayo y que el país debería participar si sigue siendo Estado Miembro, alertan de que si en alguno de los escenarios posibles no se organizasen los comicios en Reino Unido, «podría suponer que la constitución del próximo Parlamento Europeo fuera ilegal y esa ilegalidad infectaría todas las decisiones subsecuentes, incluyendo el nombramiento de la nueva Comisión Europea y nuestro futuro Presupuesto europeo. Toda decisión estaría abierta a disputas legales». Una pesadilla.

El presidente de la Eurocámara, Antonio Tajani, en un lenguaje muy duro, señaló en la sala poco después de las tres de la tarde que cualquier prórroga no podría ser más allá del 11 de abril, la fecha que Londres considera tope para poder convocar las elecciones.Emmanuel Macron, el más duro en el tema de la extensión desde hace semanas, se plantó y dijo, apoyado por Bélgica, que el plazo máximo debería ser en el peor de los casos el 7 de mayo, dos días antes de la Cumbre que la UE tiene convocada desde el año pasado en Sibiu, Rumanía, para debatir sobre el futuro tras el divorcio. Al final, la fecha escogida fue la del día 22, la previa de la votación. Y May estuvo de acuerdo, Fuentes europeas explican que Tusk salió hasta en dos ocasiones de la sala para consultar y ella dio el visto bueno, llevando por tanto la fecha de salida, en el peor de los escenarios, a mediados de abril.

DIVISIÓN: EXTENSIÓN LARGA O CORTA

Los 27 países miembros de la UE buscan una salida a la crisis del Brexit

A pesar del consenso en que May difícilmente logrará una mayoría la semana que viene en Westminster, la sala rápidamente se dividió, entre los que ven bien una extensión larga o absurda una corta (como Portugal o Grecia). Los partidarios de no poner ningún tipo de fecha o condición en la respuesta escrita, como Polonia (los más flexibles desde hace tiempo). O quienes, teniendo reservas, y temiendo que todo esto tendrá que volver a abordarse la semana que viene, no querían desgastarse en vano ni hipotecarse del todo, con Alemania y muchos nórdicos.

En realidad, todo se torció desde el inicio. El equipo de Donald Tusk preveía un proceso razonablemente rápido y sencillo. Unas palabras introductorias de May, como es habitual, y después una discusión a 27 sobre la prórroga. Pero la sesión con May duró más de hora y media, la más larga en años. Muchos primeros ministros tomaron la palabra, hicieron preguntas y exigieron más concreción. No salieron satisfechos por la vaguedad de la británica y sobre todo la impotencia que se extrae de sus reflexiones. Rápidamente, el equipo de Tusk propuso un borrador con la fecha del 22 de mayo, todo condicionado a la aprobación parlamentaria y con diversas fórmulas para anticipar posibles contratiempos. Pero no logró apoyó.

El embajador búlgaro ante la UE, Dimiter Tzantchev, colgó en su cuenta de Twitter una foto extraordinaria pasadas las 20.00, tras cinco horas de reunión, en la que se veía a casi 30 funcionarios, diplomáticos y sherpas (los enviados de cada Gobierno) trabajando alrededor de un papel buscando una redacción satisfactoria para todos. Una estampa típica de Bruselas que refleja el funcionamiento de la Unión y cómo los ayudantes requerían todavía de tiempo y margen antes de poder dejar el asunto en manos de sus jefes.

La idea general es que era necesaria una fórmula flexible, quizás con dos o tres condicionantes. Una prórroga hasta mayo, pero que obligue a Londres a pronunciarse definitivamente el 12 de abril sobre las elecciones europeas. Si para entonces el Acuerdo de Salida no está aprobado y en trámite de ratificación, sólo les quedarán dos opciones: participar en las elecciones o salir sin acuerdo. «Si no es aprobado por la Cámara de los Comunes la próxima semana, el Consejo Europeo acuerda una extensión hasta el 12 de abril y espera que Reino Unido indique una vía para seguir adelante antes de esa fecha para que el Consejo Europeo lo considere», dice el documento aprobado esta noche.

Una posibilidad que suena dura, pero que no es un castigo, sino una resignación. «Nos vamos a ser los malos de esta historia», aseguró el luxemburgués Xavier Bettel. «Respetamos el voto de los británicos, pero tenemos que ser claros. Si dicen que no al Acuerdo eso nos lleva a todos a un no deal«, avisó por su parte Macron. «La salida británica es importante, pero los otros 27 tenemos que pensar también en nuestro futuro», resumió la canciller Merkel. Quizás el que mejor logró definir esa posición fue, como de costumbre, Donald Tusk, con ironía, humor y un punto de maldad. Preguntado por una reportera si, tras las últimas peripecias, creía que tendría que haber más gente en «ese lugar especial del infierno» para Brexiters al que aludió hace unas semanas, el polaco respondió: «según el Papa el Infierno está vacío, así que cabe mucha gente».

PUNTO DE NO RETORNO

Pocos creen en Bruselas que May quiera o esté dispuesta a ser la primera ministra que sacó a las bravas al país de la UE. Pero también cada vez más temen que pueda ser lo que ocurra. Ven cómo resiste los golpes, cómo no pierde la paciencia. Pero dudan de que pueda controlar la situación cuando en los próximos días esté realmente contra la pared, porque cada miembro de su Ejecutivo les dice una cosa diferente, porque la postura del Gobierno varía cada día y porque llegados a cierto punto, la fuerza de la corriente resulta imparable.

Los 27, a su manera, confían en que si lo ve negro, antes de dar un paso el falso, ceda. Que acepte la participación en las elecciones europeas a cambio de una prórroga más larga, quizás hasta el 31 de diciembre. Pero es algo que está por encima de su poder de decisión. El punto de no retorno sería el 11 de abril, allí es donde quien gobierne para entonces debe decidir. Sin más retrasos ni red de seguridad.

Es lo que May tendrá que contar en casa a partir de mañana ofreciendo una vía en forma de ultimátum a los diputados, sin tampoco más margen. O su acuerdo, o sin acuerdo o a quedarse definitivamente. Ya lo ha hecho antes, pero ahora lo que ha cambiado es el reloj. Que quizás juega, por primera vez, a su favor, pero claramente juega en contra de 500 millones de europeos.

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